Ricardo Martinek

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lunes, 1 de febrero de 2010

a una semana del crimen de Eduardo Kasibrodiuk

Hoy se cumple una semana del brutal crimen del sargento Eduardo Kasibrodiuk,


que fue acribillado a balazos al evitar el asalto al autoservicio mayorista Diarco. El ex oficial Miguel Soto, cesanteado en la gestión del gobierno provincial anterior, al ser sindicado como responsable de liderar la manifestación de protesta concretada por un grupo de policías y sus familiares, que llegó a interrumpir por una semana el tránsito vehicular por el puente interprovincial General Manuel Belgrano, decidió escribir una carta en honor del camarada muerto en el cumplimiento de su deber.“Habiendo respetado el luto que imponía la partida de este mundo de un camarada al que tuve el gusto de conocer y de trabajar con él, me permito escribir estas líneas como un sincero homenaje al policía que encontró la muerte en cumplimiento del deber.“Me refiero al respeto que merecía su familia y todos los que lloraron ‘casi’, porque lo conocían, porque sabían de su hombría de bien y su recién, ahora reconocido públicamente, valor.“Este hombre como muchos otros, arriesgaba y arriesgan su vida diariamente, pues es la misión que tomaron como su forma de vida. “Son los héroes silenciosos que salen todos los días de su casa no sabiendo si volverán, dejando a su esposa e hijos con el miedo a recibir un llamado, o que el capellán de la fuerza golpee su puerta para contarle que algo le pasó a su esposo o padre.“Son quienes arriesgan la vida por una bicicleta, por una cartera, en realidad por ser policías. “Vaya este homenaje para el hombre y a la vez para todos los trabajadores de la seguridad que sin pedir nada a cambio, más que un sueldo digno, tienen el deber de velar por los ciudadanos y su propiedad.“Son combatientes en una guerra no declarada, pero que no se entienda que esta guerra es contra él o los delincuentes, sino contra la inseguridad.“Lo más difícil de la lucha a la que me refiero, no está en el peligro de enfrentarse con individuos armados y peligrosos, sino en la indiferencia de la sociedad y de la clase política para con el profesional de la seguridad. “Esa indiferencia es la que mató a Eduardo y a muchos otros antes que a él, la indiferencia (de la sociedad)) que implica por un lado la no colaboración por parte de los ciudadanos en la pelea, ya que cuando ven o saben algo, actúan como los monos sabios (no vio, no escuchó, no habló) permitiendo de esa manera que muchas veces, por no tomarse el tiempo de testificar, el delincuente entre por una puerta y salga por la otra. Esa indiferencia que se ve cuando es otro el damnificado por un hecho, pues si a esa persona que ayer no quiso colaborar con la Justicia, hoy es víctima de un hecho, reclama a los cuatro vientos que actúe la ley, cuando ayer fue testigo de un hecho y no habló”.Miguel Fernando SotoEx. Oficial Principal.

nota:republica