Ricardo Martinek

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martes, 14 de junio de 2011

Por segunda vez en cinco días, ayer no despegó ni aterrizó un solo avión en el área metropolitana

Por segunda vez en cinco días, ayer no despegó ni aterrizó un solo avión en el área metropolitana. La nube de cenizas que había llegado el domingo a la noche siguió clavada sobre la Ciudad y obligó a cancelar todos los vuelos. El comité de crisis decidió anoche mantener este espacio aéreo cerrado hasta hoy a la mañana o al mediodía. Las emisiones del complejo volcánico chileno Puyehue-Cordón Caulle –que seguirá activo al menos una semana más– volvieron a generar serias complicaciones en la Patagonia. Ayer el Gobierno declaró la emergencia agropecuaria para la región y aprobó una asistencia de entre 10 y 15 millones de pesos para los productores afectados.


“La nube que afecta la zona metropolitana es residual, es decir que no está conectada al volcán (que por efecto de los vientos ahora está emitiendo hacia el este). En su desplazamiento, esta nube se ha debilitado y es difícil seguirla”, explicó ayer a Clarín Luis Rosso, gerente del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Anoche se esperaba que los vientos desplazaran la nube hacia el Atlántico. Así, aunque la Patagonia seguiría afectada, entre hoy y mañana podría despejarse el área metropolitana, el sur de Buenos Aires y La Pampa y el norte de Chubut.
Pero a última hora una nueva rotación de los vientos hizo que las cenizas no se disiparan del espacio aéreo de Buenos Aires. Tras cancelar todos sus vuelos, Aerolíneas Argentinas, Austral y Lan informaron que los pasajeros afectados podrán reprogramar su vuelo sin penalidad para ser utilizados por el plazo de un año. En total, se suspendieron 91 vuelos en Aeroparque y 76 en Ezeiza, entre arribos y salidas. Fuentes del sector consultadas por Clarín estimaron que desde el inicio del fenómeno la pérdida para las aerolíneas locales ya superarían los 50 millones de pesos.

A 10 días de la erupción del volcán chileno, y cuando las cenizas ya cubren buena parte de la estepa patagónica (en especial el norte del Chubut y el sur de Río Negro), el Gobierno declaró a esa zona en situación de emergencia agropecuaria. La razón es sencilla: allí viven algo menos de 2 millones de ovejas, que ya vienen diezmadas por casi cinco años continuos de sequía e ingresarán al invierno prácticamente sin nada que comer.

Además de las medidas que imponen esa normativa (la prórroga, y no el perdón, de los impuestos nacionales y provinciales), el secretario ejecutivo de la Comisión de Emergencia y Desastre Agropecuario, Haroldo Lebed, prometió viajar a la zona en los próximos días para conversar directamente con los productores afectados y definir la ayuda directa. El funcionario de Agricultura dispone de un fondo específico de 500 millones de pesos anuales para estos casos.

En Buenos Aires, ayer hubo una reunión extraordinaria para evaluar la situación, que contó con representantes de las provincias y los productores. Allí se decidió declarar la emergencia para varios departamentos de Río Negro, Neuquén y Chubut. “Esta medida va a auxiliar a 5.265 productores”, precisó el representante de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), José Basaldúa. En la zona hay 1.683.000 cabezas de ganado ovino afectadas. En un contexto donde la ganadería se practica a la usanza tradicional y sobre enormes extensiones, las ovejas ya venían de varios años de pobre alimentación por la falta de lluvias. Ahora deben lidiar con 10 centímetros de ceniza volcánica precipitada sobre los campos.
Juan Goya, de la Federación de Sociedades Rurales del Chubut, la principal provincia lanera, explicó que los efectos negativos de este “combo” (sequía más cenizas) pueden ser lapidarios para el sector, porque “la hacienda ya entraba al invierno en situación precaria”. No solo preocupa la mortandad de animales que pudiera producirse. También los índices de parición de la próxima primavera, ya que las madres preñadas necesitan mayor cantidad de alimentos.

Un daño colateral es que las cenizas también caen sobre el animal, le suman peso, dificultan su movilidad en medio de la nieve. Además provocan una pérdida en la calidad de las lanas, que también podrá verificarse cuando pase el invierno y arranque la esquila. Cuando años atrás se vivió una situación semejante con el volcán Chaltén, recordó Goya, los rendimientos en la esquila cayeron entre 15 y 20% respecto de los promedios históricos. El dirigente rural señaló que la declaración de la emergencia “es un paso necesario, pero es el primero de muchos pasos que habrá que dar para acompañar al productor con medidas concretas que le permitan sostenerse y recuperar su stock”.