Hay códigos que una vez establecidos se vuelven inquebrantables. Uno de ellos es el que tras la segunda mitad del siglo XX buscaron establecer los veteranos de guerra. Para el caso de quienes combatieron de uno y otro lado en el conflicto bélico por las Malvinas, vale la misma regla. Pese al vertiginoso deterioro de las relaciones entre Londres y Buenos Aires de los últimos años, un grupo de ex soldados de La Plata que combatieron en la feroz batalla de Monte Longdon “negocia” con los que fueron sus enemigos británicos para que intercedan ante los habitantes del archipiélago y se les permita darle carácter sagrado a este monte de la isla Soledad (la del Este). Y en virtud de ello, se les permitan dejar cruces y placas recordatorias en los puntos donde cayeron muertos 18 compañeros aquella larga madrugada de entre el 11 y el 12 de junio de 1982.
Hasta el momento, los isleños sólo han concedido “por razones humanitarias”, y bajo estrictas reglas, que los argentinos velen a su muertos en el cementerio de Darwin, que administra la Comisión de Familiares de Caídos en las Malvinas.
Ahora, el Centro de Ex Combatientes de La Plata (CECIM) arriesgó a dejar –con permiso local– exactamente 18 cruces blancas sobre ese terreno de turba y piedras, contó a este diario el secretario de relaciones institucionales del grupo, Ernesto Alonso, quien a mediados de marzo viajó a las islas con ex compañeros de la batalla de Longdon. Todos del Regimiento 7 de Infantería (Fernando Magno, Aníbal Grillo, Luis Aparicio, Sergio Sánchez, Martín Raniqueo, Fabián Pasaro, Juan Andreolli), menos Gustavo Acacio, del Grupo Artillería Antiaérea 601.
El viaje es un ritual que año a año hacen distintos ex combatientes de La Plata por acuerdo con el gobierno de la provincia de Buenos Aires, un trato muy difundido entre los veteranos de toda Gran Bretaña pero un escaso privilegio en la Argentina. El viaje de este año tuvo un giro inusual ya que el grupo fue autorizado a acampar una noche en Longdon , en la que revivieron los recuerdos de la guerra, y colocaron las 18 cruces.
Según explicó Alonso, el problema es que a lo largo de todos estos años “desconocidos” se organizaban premeditadamente para “limpiar” toda marca dejada en el lugar por los argentinos. De hecho, Monte Longdon dejó de ser aquel santuario “turístico” donde durante muchos años de la pos guerra se encontraban todo tipo de pertrechos argentinos . Zapatillas, mates, restos de armamentos de los días de la vigilia. Todo fue barrido en estos 29 años y hoy sólo quedan: una cruz y gran placa recordatoria de los muertos en la batalla colocada por los británicos pero que fue el pie para que empezaran las conversaciones entre viejos enemigos.
Fue Aparicio quien en 2010 se contactó con el Veterano de Guerra James O’Conell ex Parac 3, el regimiento que con 300 hombres entró la noche del 11 de junio sobre Longdon y obtuvo la última victoria británica que terminó con la rendición argentina del 14 de junio. Una primera gestión tuvo éxito. Hoy, en esa placa recordatoria y con la firma de O’Conell reza en inglés y español, una breve frase. “En memoria de “todos los soldados” que murieron allí, “los argentinos y los británicos”, dice. Y hace un pedido para que “Dios los acompañe y los proteja” y también pide una bendición de “Dios” para “ellos” y “sus familias”. O’Conell se comprometió a gestionar el aval isleño para que los argentinos puedan enclavar ahí sus recuerdos.