Ricardo Martinek

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viernes, 25 de junio de 2010

Alerta la gran cantidad de palomas en Corrientes y ya se habla de plaga

Un proyecto presentado en el Congreso señala la peligrosidad de la presencia de las aves en la provincia y otras jurisdicciones. Advierten sobre daños que hacen al campo y las enfermedades que causan.

La superpoblación de palomas en Corrientes y en otros lugares del país, llegó al Congreso de la Nación. Acusadas de perjudicar notoriamente parte de la producción agrícola y de contagiar enfermedades y hasta de dañar edificios históricos, a través de un proyecto se busca que las aves sean declaradas plagas en la Argentina.

La iniciativa fue presentada a principios de junio en el Congreso nacional por el diputado pampeano, representante del campo, Ulises Forte. La información aparece para disparar un debate y cuestionar, además, aquella metáfora que las señala como mensajeras universales de la paz: es que al parecer, no sólo serían portadoras de buenas noticias.
Para la Organización Mundial de la Salud, una especie es plaga cuando su aparición masiva puede dañar a poblaciones animales, vegetales y humanas. Según el proyecto de ley y varios médicos veterinarios consultados por un matutino nacional, la paloma, un animal en apariencia inofensivo, es la pesadilla de productores agropecuarios, un enemigo del patrimonio arquitectónico urbano y lo más importante: una amenaza para la salud pública por el tipo de enfermedades que puede transmitir.
“La población de palomas crece 3,6 veces por año y genera perjuicios para el campo y para los habitantes de las ciudades: es una grave plaga”, explica Forte, que además, exige la creación de un organismo de control dependiente de la Secretaría de Agricultura y del Ministerio de Salud.
Según el informe presentado por el legislador, Corrientes es una de las provincias donde más se sufre la presencia de palomas. Tanto por el sector rural, pero además por tener varios edificios históricos en diversas ciudades, estos animales aparentemente pondrían en peligro la conservación de los inmuebles históricos.
“Esto es algo muy conocido por quienes vivimos en la ciudad de Buenos Aires, en La Pampa, San Luis, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Chaco y Tucumán, donde la situación es caótica”, señaló Forte en declaraciones al diario Clarín. “Pero, hasta hoy, el combate contra ellas queda librado a criterios personales. Muchas veces se usan métodos improvisados y la situación entonces se anarquiza”.
En el campo, las palomas picotean, comen los cultivos y provocan pérdidas inesperadas.
En la ciudad, los efectos se multiplican. Su materia fecal produce un hongo corrosivo que daña la superficie de monumentos y edificios. Un caso conocido es el de Venecia, en Italia, donde las autoridades llegaron a aplicar multas a quienes les dieran de comer, porque ya no sabían de qué modo preservar las reliquias de la ciudad.

Las enfermedades,
un punto crítico
Sin dudas que la cuestión que más perjudica es el de las diversas patologías que generan estas aves en la población. En Madrid, un estudio del Centro de Investigación de Sanidad Animal acaba de confirmar lo más temido: que la gran mayoría de las palomas urbanas son portadoras asintomáticas de diferentes virus y son reservorios de bacterias nocivas para la salud. Más cerca, en Bahía Blanca, llegaron a leerse carteles que advertían: “No se acerque a las palomas, cebos tóxicos”.
En ese contexto, a nivel nacional, el Instituto de Zoonosis “Luis Pasteur” investiga enfermedades transmitidas de animales a seres humanos. Su director, Oscar Lencina, opina: “Las palomas son plaga –dice–, en el sentido de que no tienen predadores y eso cobra mayor magnitud en las ciudades”.
“Transmiten enfermedades bacterianas como la psitacosis –sigue Lencina–, que si no se trata puede derivar en una neumonía atípica que puede llegar a matar. También Escherichia coli, a través de la materia fecal. Ocurre que, cuando los tanques de agua no están tapados, defecan adentro y eso provoca fundamentalmente diarreas. Además, un ácaro en su pluma da sarna y cuando hay mucho contacto con ellas pueden contagiar piojos”.
El gran problema, destacan los especialistas, es que se reproduce a un ritmo frenético, ya que carece de predadores por no ser un ave autóctona, sino una especie introducida.

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