EL DUEÑO DE LA NOCHE
En el viaje de una semana a Río de Janeiro que iniciará el domingo 21, el Papa argentino fue tajante: “No quiero privilegios ni comodidades especiales”. Con tiempo hizo escribir a la Secretaría de Estado vaticana una carta a la compañía Alitalia, que tradicionalmente lleva y trae a los pontífices a la sede romana. Francisco aclaró que renunciaba a que le prepararan la cama que sirvió para asegurar un mejor descanso a sus predecesores en los largos vuelos intercontinentales. Además, preguntó: “Los pasajeros comunes ¿de dónde parten a Río?”. “De Fiumicino”, le respondieron. Es el gran aeropuerto de Roma. “Entonces prefiero Fiumicino, no quiero crear problemas partiendo desde Ciampino”.
Así sea. Ciampino es el viejo aeropuerto de la capital, que normalmente trabaja con los vuelos charter. Especial para acoger a los papas porque además está en la carretera que lleva a Castelgandolfo, la residencia estival de los pontífices. Además, el rechazo de privilegios obligó a la compañía a adecuarse en todo y los dirigentes de Alitalia anunciaron al Vaticano que en lugar del lujoso y veloz Boeing 777 –el aparato de vanguardia de la flota– a disposición de Francisco, su comitiva y el grupo de periodistas que lo acompañarán volará el Airbus 330 que cubre habitualmente el tramo Roma–Río.
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