En Turquía, que congeló sus relaciones con Israel por el ataque, el gobierno pidió ayer que una comisión internacional investigue el operativo, y el Parlamento aprobó un llamado a revisar los vínculos políticos y militares con el Estado judío, en coincidencia con protestas anti israelíes en las calles por tercer día seguido.
En Bruselas, una organización europea anunció el envío de una nueva flota con asistencia humanitaria para la bloqueada Franja de Gaza con más naves y activistas que la primera, mientras que uno de los barcos que integraba la flotilla atacada reafirmó ayer su intención de continuar con el viaje a la región palestina.
El ataque del lunes a la madrugada terminó con nueve activistas muertos y dañó seriamente la imagen y las relaciones diplomáticas de Israel con la comunidad internacional, en especial con Turquía, ya que al menos cuatro de los muertos eran turcos y también era turco el barco que sufrió el ataque israelí más intenso.
Turquía retiró el lunes a su embajador de Jerusalén y citó al embajador israelí en Ankara para protestar por el ataque. Israel ordenó la salida de Turquía de los familiares de sus diplomáticos.
La flota atacada, integrada por seis barcos y casi 700 activistas de 60 países, llevaba productos a Gaza, sometida a bloqueo de Israel y Egipto después que el movimiento islamista palestino Hamas pasara a controlar el territorio en 2007. Egipto abrió el martes su frontera y unos 400 palestinos salieron de Gaza desde entonces. Un número más pequeño ingresó a Gaza desde Egipto, así como 10 camiones con ayuda humanitaria, incluyendo frazadas, carpas y 13 grupos electrógenos donados por Rusia y Omán, informó Hamas.
En Israel, el fiscal general, Yehuda Weinstein, ordenó la deportación de todos los activistas detenidos.
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