El peor desastre petrolero en la historia de Estados Unidos muestra la permisividad de los gobiernos ante el poderío económico de las empresas. Las consecuencias del derrame aún están por verse y el futuro surge muy preocupante.
Aunque en este momento la fuga de petróleo en el Golfo de México haya sido contenida, aunque lo hubieran logrado hacer hace un mes, la afectación y el daño son ya, y desde hace mucho, irreparables.
Hace más de dos meses comenzó lo que ya es considerado el peor desastre petrolero en la historia de Estados Unidos: el derrame del crudo provocado por la explosión la plataforma Deepwater Horizon, el pasado 20 de abril a 80 km de la costa de Venice, en Louisiana, Estados Unidos, es también el mayor caso de contaminación ambiental de la historia del Golfo de México.
¿El origen de este desastre? Por un lado, la dependencia al petróleo, la insistencia de los gobiernos en seguir explotando el crudo cada vez a mayores profundidades y, por otra parte, la laxitud, lo permisivo de los gobiernos ante el aplastante poderío económico de las petroleras. Siete meses atrás, British Petroleum (BP), empresa responsable de esta catástrofe ambiental, cabildeaba con el gobierno estadounidense para evitar mayores controles de seguridad en la planta; el resultado: fracaso tras fracaso y la imposibilidad de cerrar de manera remota las válvulas por las que se han derramado 3,2 millones de barriles de petróleo a más de 5 mil pies de profundidad, contaminando a su paso todo vestigio de vida marina en la zona.
La verdadera dimensión del derrame. La mayor parte del daño no ha salido a flote ya que el petróleo se está mezclando con el agua de mar, lo que provoca que sólo entre 5 o 10 por ciento del total del crudo derramando llegue a la superficie.
Además, para minimizar los daños visibles, BP está usando un dispersor que se llama Codexit que ayuda a que el crudo se hunda en vez de flotar. Usar el dispersante representa un gran ahorro para BP, que podrá contratar menos barcos pesqueros –a 1.500 dólares el día– para recoger el petróleo. Pero definitivamente provocará más daños para la vida marina, porque es sumamente tóxico.
Los daños ambientales ya abarcan playas y zonas de reserva ecológica en los estados de Louisiana, Alabama, Mississippi y Florida, del lado estadounidense, y del lado mexicano han puesto en alerta a Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán.
Un equipo de investigación de Greenpeace ha recorrido desde Louisiana hasta Florida, las zonas de afectación que incluyen daños a pesquerías de camarón, atún aleta azul, atún aleta amarilla, sierra, salmón, tiburón, ostión y otras variedades de ostras, que podrían estar contaminadas, si no por el derrame, sí como producto del uso de los dispersantes, que son muy tóxicos. Este es un grave golpe para la economía de ambas naciones ya que las pesquerías en el Golfo de México contribuyen con el 40 por ciento del total del volumen pescado en México y con el 15,65 por ciento para los Estados Unidos.
Cientos de pescadores estadounidenses, que apenas se recuperaban del golpe del huracán Katrina en 2005, han perdido nuevamente su fuente de empleo y ahora sólo cuentan con dos mil dólares al día que les ofrece BP como salario temporal para ayudar a limpiar el crudo derramado. Pero el precio es aceptar una cláusula “mordaza” que les exige no hablar con los medios de comunicación ni demandar a la empresa. Su futuro es incierto.
En el Golfo de México hay cinco millones de acres de humedales que son áreas de crianza para muchos de los peces e invertebrados y hábitat para tres cuartas partes de las aves migratorias que cruzan de EUA a México. Ahí conviven 400 especies que están en peligro, entre mamíferos como rorcuales (una especie de ballena), delfines, manatíes, pelícanos blanco y marrón, garzas, alcatraces, tortugas, águila pescadora, cocodrilos y decenas de variedades de insectos, cientos de peces y crustáceos que ya están por el contacto con el crudo derramado segundo a segundo.
México, el otro afectado. Del lado mexicano, las autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconocieron que existe el riesgo de que la mancha petrolera llegue a costas nacionales para diciembre de este año y aseguró que ya se prepara una demanda contra BP.
Además, la Semarnat anunció que está inspeccionando a las plataformas marinas de Petróleos Mexicanos (la empresa del gobierno mexicano a cargo de la explotación de hidrocarburos por decreto nacional de 1938) y, en caso de que no cumplan con las normas necesarias, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) tomará las medidas necesarias contra de la paraestatal.
Pero, ¿qué está en riesgo del lado mexicano?
- Tamaulipas: los daños en la producción pesquera afectarían a más de 5 mil trabajadores que capturan en la zona especies comerciales de peces y crustáceos.
- Veracruz: en esta entidad se encuentran los humedales de los ríos Tuxpan y Pánuco, zonas de dunas costeras y manglares, así como las lagunas de Tampamachoco y Tamiahua.
- Tabasco: los pantanos de Centla abarcan 302.706 hectáreas, donde confluyen los ríos Usumacinta y Grijalva. Ahí habitan 39 especies de peces, 50 de anfibios y reptiles, 60 de mamíferos y 125 de aves, además de 434 especies de plantas, por lo que constituye un sitio excepcional para la contemplación de la naturaleza.
El Área de Protección de Flora y Fauna Laguna de Términos (APFFLT) es vecina de la Reserva de la Biósfera Pantanos de Centla y forma parte de la mayor cuenca hidrológica del país.
Se trata de un extenso humedal donde los pantanos filtran el agua. Se ubica en la zona costera del estado de Campeche, entre el río San Pedro y San Pablo al occidente, y el área de drenaje del Estero de Sabancuy hacia el oriente. Abarca los municipios del Carmen y parte de los municipios de Palizada, Escárcega y Champotón. Su superficie total es de 705.016 hectáreas. Laguna de Términos es el sistema lagunar estuarino de mayores dimensiones y volúmenes del país. Se abastece de los ríos que conforman el sistema Mezcalapa, Grijalva y Usumacinta.
- Yucatán: los municipios de Río Lagartos y Celestún son los que están en mayor riesgo ya que cuentan con reservas de la biósfera y zonas protegidas. De llegar a esta zona, el derrame contaminaría las pesquerías de pulpo y mero, muy demandadas a nivel nacional.
Si la mancha petrolera llega a territorio mexicano en diciembre de este año, coincidirá también con la cumbre del clima COP16, que se realizará en Cancún, Quintana Roo, zona ya muy afectada por los impactos del cambio climático, principalmente de huracanes.
Habla Obama. El impacto por el derrame petrolero ha sido tal que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para garantizar que un desastre como este no vuelva a repetirse, ha suspendido temporalmente la exploración y explotación de aguas profundas en la zona del Ártico, a pesar de que la empresa Shell insiste en extraer hidrocarburos en esa región.
Cabe recordar que en 1989 Alaska fue el escenario del desastre petrolero provocado por el derrame del barco Exxon Valdes, que encalló y golpeó el arrecife de coral conocido como Bligh Reef, situado en el Prince William Sound, y derramó alrededor de 40,9 millones de litros de hidrocarburo que se expandieron sobre más de 2 mil kilómetros de costa.
Ante este anuncio de Obama, Greenpeace le pidió al mandatario que la prohibición de explotar aguas profundas sea permanente y que se extienda a todas las empresas petroleras mundiales, ya que de alguna manera el origen de este tipo de desastres se debe a la relación “cercana y a veces corrupta” de la industria de petróleo con las agencias estatales responsables.
Días después, en una visita a Mississippi, Obama comparó el desastre ecológico en el Golfo de México con el atentado del 11 de septiembre de 2001, por considerar que cambiará la forma de pensar sobre el medio ambiente y la energía.
Estados Unidos concentra tan sólo tres por ciento de las reservas mundiales de petróleo, sin embargo consume el 25 por ciento de este combustible del total global. Con esta tendencia, el gobierno estadounidense nunca avanzará por el camino de la independencia y la seguridad energética. En cambio, con las energías limpias sí se podría lograr este objetivo.
British Petroleum afirmó que ha gastado 2 mil millones de dólares en sus intentos de frenar el derrame, incluidos 105 millones pagados a 32 mil demandantes que han reclamado indemnizaciones. Pero la pregunta sería con qué dinero se paga y cuánto cuestan las décadas de contaminación que dejará este derrame... cuánto cuestan los cientos de especies afectadas... cuánto cuesta el equilibrio perdido de un ecosistema o la economía de una familia de pescadores devastada... simplemente no hay respuestas. El daño, invaluable e irreparable.
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