"La muerte de la señora Clark es una triste noticia para todo el que la quiso y respetó a lo largo de los años. Murió como quiso, con dignidad y privacidad. Vamos a tratar de seguir respetando ese deseo", dijo su abogado Michael McKeon en un comunicado recogido hoy por los medios locales.
Esta mujer, que se codeó entre la alta sociedad neoyorquina con prominentes familias del momento como los Rockefeller, los Astor y los Guggenheim, se casó a los 22 años y tras un breve matrimonio decidió encerrarse en una gran mansión de la Quinta Avenida de Manhattan con vistas a Central Park plagada de obras de arte. Desde aquel entonces pasaron ocho décadas casi sin contacto con el mundo exterior.
Previamente había vivido en una mansión de 121 habitaciones construida por su padre y rodeada de obras de Donatello, Rubens y Degas, entre otros, según detalla hoy The New York Times.
La vida de esta rica heredera había pasado muy inadvertida hasta que el año pasado el canal MSNBC contó su historia y puso en duda si su fortuna, valorada en más de 500 millones de dólares, estaba siendo bien gestionada por sus abogados.
La Fiscalía de Manhattan mantiene una investigación al respecto a pedido de sus familiares, a los que Clark se negaba a recibir, según el Daily News, que asegura que incluso estaba registrada en el hospital con un nombre falso.
El departamento que Clark tenía en la Quinta Avenida estaba considerado el mayor de esa conocida vía y se suma a otra mansión de 100 millones de dólares que la fallecida tenía en California y a una propiedad de 24 millones que poseía en Connecticut.
La misteriosa mujer -hija de uno de los "barones del cobre" del siglo XIX y que llegó a ser el segundo hombre más rico del país- jamás vivió en las mansiones que tenía fuera de Nueva York.
Clark se casó en 1928 con un hombre que procedía de una familia con cierto reconocimiento social, aunque "las revistas del corazón (de la época) comentaban que ella valía millones, mientras que él era un empleado de Wall Street que ganaba 30 dólares a la semana", apunta The Wall Street Journal.
A los dos años se divorció y abandonó toda vida pública, hasta ahora, que, con su muerte y sin herederos, deja una fortuna de 500 millones de dólares. Se cree que la fotografía más reciente de ella es de hace 80 años. Los motivos que la llevaron a convertirse en una hermitaña son todo un enigma.
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